2015/07/18
En esta crónica la foto no es para asistir al texto; el texto es el que se subordina a la foto. En torno a ese sencillo sepulcro se podría concebir una larga novela que podría ser un best-seller. Esta tumba está en Normandía, en la ciudad de Caen; y el hueso que contiene ha sufrido innumerables imprevistos durante nueve siglos.
La costa de Normandía ofrece a sus visitantes hermosas poblaciones, acantilados y playas; muchos de esos lugares tienen una estrecha relación con la II Guerra Mundial, que no vemos tan lejos. El patrimonio histórico de las ciudades atrae al turismo, y no es pequeño el relacionado con otras guerras. No se puede, por ejemplo, venir a Normandía y no ver el tapiz de Bayeux. En ese lienzo se cuenta la historia de una guerra, y, ¡mira por donde!, el sepulcro de la foto que encabeza esta crónica es de Guillermo el Conquistador principal protagonista de aquella guerra. Pero la historia que guarda la tumba no es la de Guillermo, sino la de su cadáver.
Guillermo, duque de Normandía y rey de Inglaterra, tenía su residencia en Caen. Cuando tenía 60 años tomó parte en una campaña militar, en la que murió por un accidente con su caballo. Agonizó durante seis semanas en la ciudad de Rouen, y el 9 de setiembre de 1087 murió. Embalsamaron su cuerpo, y lo introdujeron en la piel de una vaca para trasladarlo a Caen, con la intención de enterrarlo en la abadía de San Esteban (en la Abadía de los Hombres, mandada construir por el propio Guillermo).
Transportaron el muerto por el río Sena hasta el mar; luego, ascendiendo por el río Orne, lo llevaron hasta el puerto de Caen. Cuando el multitudinario cortejo funerario se dirigía hacia la abadía, se produjo un incendio en la ciudad; el clero secular y los laicos fueron corriendo a apagar el fuego, dejando el cadáver de Guillermo con los monjes de la abadía.
Le quisieron dar sepultura en un sarcófago de piedra, pero el que tenían preparado resultó ser demasiado pequeño; con la presión para introducirlo se rompió la piel de vaca. El repugnante hedor que surgió de dentro, apestó la gran abadía de San Esteban, y la ceremonia acabó en caos.
Guillermo el Rojo, su hijo y heredero del reino de Inglaterra, ordenó construir un magnífico sepulcro. Dicen que lo hicieron con cantidad de plata, oro y piedras preciosas. Bastante más tarde colocaron encima del mausoleo una estatua yacente de Guillermo el Conquistador.
Casi 500 años más tarde (1563) un grupo de habitantes de Caen, hartos de los impuestos que tenían que pagar a la abadía, entraron con fuerza en la iglesia. Los atacantes pensaban que Guillermo había sido enterrado con sus joyas y abrieron el sarcófago. Cuando iban a arrojar los huesos que allí encontraron, un burgués de la ciudad les convenció para que los dejasen todos, menos el fémur izquierdo, al cuidado de un monje de la abadía; el fémur quedó al cuidado de otro hombre. Unos meses más tarde unos mercenarios tomaron el convento y los monjes huyeron. El esqueleto de Guillermo desapareció, salvándose solo el fémur que había quedado en manos de un ciudadano.
En el siglo XVII (1642) reconstruyeron el mausoleo; hicieron uno más humilde y depositaron en él el único hueso de Guillermo que quedaba. Pero los restos de este conquistador no encontraron todavía descanso. Cien años más tarde los monjes que gestionaban la abadía pidieron permiso al rey Luis XV para cambiar de lugar el sepulcro, porque, al parecer, era un estorbo para el desarrollo de las ceremonias litúrgicas. Lo trasladaron, sí, pero también lo redujeron, y la losa que lo cubre quedó a ras del suelo.
La abadía no sufrió daños durante la Revolución Francesa, pero la losa de la tumba se rompió, y en 1802 colocaron la que hoy vemos. Sin embargo todavía no había llegado la paz para el fémur izquierdo de Guillermo.
En 1983 volvieron a sacar de su tumba los restos del rey de Inglaterra. Según parece los turistas tenían dificultades para encontrar el sepulcro del conquistador de Inglaterra, por estar a ras de suelo; se conoce que una persona tan famosa necesita un mausoleo más espectacular. Hicieron una pequeña obra para que la tumba sobresaliese del suelo; el resultado es el que se aprecia en la foto. Aprovechando los trabajos sacaron el fémur que estaba en un cofre de plomo y lo analizaron. Y parece que ese hueso es de Guillermo. ¿Por fin en paz?
El texto de la losa dice: “Aquí yace el invencible Guillermo el Conquistador, duque de Normandía y rey de Inglaterra, fundador de esta casa. Murió el año 1087”. Sabiendo lo que sabemos, ¿el texto de la losa no podría ser el comienzo de un best-seller?