2019/03/19

Los últimos fieles de una religión

28/07/2015

Hemen argitalpen orijinala ikus daiteke:

Hoy hemos subido a pie desde Montferrier hasta el castillo de Montségur (Ariège, Pirineos). El bosque nos ha dado protección y frescor; si hubiésemos tenido necesidad de caminar ocultos, el tiempo neblinoso nos habría ofrecido protección; nosotros, afortunadamente, no necesitamos caminar escondidos.

Montségur es un “pog” ("peña solitaria" en occitano) que se alza hasta los 1.207. Hay un castillo en su cumbre, que hasta el siglo XIII parecía inexpugnable. Pero cuando se alían grandes intereses no hay fortaleza invencible. Por parte de la Iglesia Inocencio III ordenó una cruzada contra los cátaros; el reino de Francia asumió muy a gusto la responsabilidad de ser brazo secular. El primero no podía aceptar la doctrina cátara; el segundo quería establecer y asegurar su poder en estos territorios del sur.

Durante la cruzada Montségur se convirtió en la sede de la iglesia cátara, y en refugio para muchos faydits (señores a los que la Cruzada había arrebatado sus tierras). En este lugar estrecho y abrupto vivían unas seiscientas personas; todo su interior es lo que se ve en la fotografía. De allí salió un comando de faydits el 28 de mayo de 1242 para llegar a Avignonet y matar once inquisidores.

El odio del Papa y los intereses del reino de Francia no podían perdonar semejante audacia, y un año más tarde sitiaron Montségur; querían terminar para siempre con aquel foco de resistencia. Necesitaron diez meses para someterlo, con un duro invierno por medio. Al parecer fue un grupo de vascos quienes consiguieron colocar una catapulta en un pequeño ensanchamiento cerca del castillo. Después el sitio duró poco tiempo.

El señor del castillo se rindió el 2 de marzo de 1244, a cambio de que se perdonara la vida de sus soldados. Consiguió una tregua de quince días. A los cátaros les dieron dos opciones: renunciar públicamente a su fe y marchar libres, o morir en la hoguera.

Quizás más de un cátaro llegó a Montségur como nosotros: con la protección y la frescura del bosque, y, ellos sí, ocultos de testigos gracias a la niebla. Pero si estaban en Montségur cuando se rindió el castillo, no claudicaron. Todos los fieles cátaros que allí estaban prefirieron la hoguera a la renuncia de su fe. El 16 de marzo de 1244 la Inquisición asesinó en la hoguera 220 cátaros. ¿Estos no son mártires?

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