22/07/2015
La placa de la foto está en Dieppe; cuando nos acercábamos a la playa la hemos visto en una de las puertas de la muralla. Dieppe está en la costa normanda. Su playa no es de arena; no tiene más que pequeños cantos rodados. Es un lugar admirable, protegido por los impresionantes acantilados a los dos extremos de la bahía. Es la playa más cercana de París, y muchos parisinos llegan a pasar el verano. Hace trescientos cincuenta años los baños de mar no estaban aún de moda, pero Dieppe era un puerto importante.
Aquí comenzó el camino de la emigración para muchas personas. Y aquí comenzó su viaje para la mayoría de las llamadas “hijas del Rey”. Entre 1663 y 1673, durante el reinado de Luis XIV, Francia envió alrededor de 800 mujeres a su colonia de Norteamérica para que se casasen con sus colonos; “Les filles du Roy” las llamaron. La mayoría (alrededor de 600) embarcaron en Dieppe para un viaje sin retorno.
Estas mujeres eran necesitadas, pobres o huérfanas, de entre 15 y 30 años de edad. Las personas responsables de los hospicios eran quienes elegían a las “hijas del Rey”. El rey (o el reino) les debía entregar un humilde arreo: sobre todo ropa y utensilios domésticos. A pesar de ser una dote pequeña, muchas de aquellas mujeres no la recibieron.
Al llegar a Montreal eran recibidas por instituciones eclesiásticas. Se organizaban encuentros y fiestas para que ellas y los colonos solteros se conociesen. Las mujeres buscaban una vida mejor que la que habían dejado en Francia; los colonos buscaban mujeres apropiadas para trabajar en sus granjas. La mayoría de ellas se casaban en unos seis meses desde su llegada.
El reino de Francia logró su objetivo: con este reclutamiento de mujeres la población de Nueva Francia se duplicó en pocos años. Con toda seguridad aquellas mujeres que se hicieron a la mar para ir a Canadá, lo hicieron para encontrar una vida mejor; pocas lo lograron. 350 años más tarde veintiséis mujeres jóvenes descendientes de las “hijas del Rey”, vinieron de Quebec a Dieppe, viajando en dirección contraria a sus antepasadas, para hacerles un merecido homenaje. Ahora hemos visto la placa de memoria y recuerdo que pusieron. Un sentimiento de solidaridad para con aquellas mujeres emigrantes se ha generado en nosotros.
iruzkinik ez:
Argitaratu iruzkina