28/07/2015
Fuimos a ver la ciudad papal de Francia y el palacio de aquellos sumos pontífices; antes de llegar ya nos atrapó el festival de teatro de Avignon. Veníamos de Troyes, y después de 700 kilómetros no queríamos más que un lugar para descansar; no había plazas en el camping por la celebración del festival, y tuvimos que ir a 14 km para encontrar sitio. Era viernes, 23 de julio; llegamos el último fin de semana del festival, que terminaba el 26, y lo primero que pensamos sobre el festival fue que era un inconveniente para nosotros.
Al día siguiente necesitamos nuestro tiempo para encontrar aparcamiento, y para cuando estuvimos al interior de las murallas el sol pegaba de lleno. Lo primero que nos llamó la atención fueron los carteles colocados en cualquier sitio: en las paredes, en las señales de tráfico, en los pivotes de la calzada, en la mayoría de las puertas, … La ciudad estaba empapelada. No era para menos.
Este año se ha celebrado el 50 aniversario del festival de Avignon. Para ofrecer 1.336 representaciones y actuaciones desde el 4 hasta el 26 de julio, han trabajado 8.000 artistas en 1.070 grupos. La lista de espectáculos es larga: 900 de teatro y café-teatro; 90 de danza; 125 de música; 42 exhibiciones de circo; 28 sesiones de cuentacuentos y poesía; 53 de mimo y marionetas. Al margen de este interminable programa, muchos amateurs (en solitario o en grupo) han llenado las calles ofreciendo sus habilidades.
Durante todo el día vimos numerosos artistas informando sobre los espectáculos; algunos ofrecían folletos o postales sin dar explicaciones; otros muchos contaban (deprisa, para no perder el tiempo) un pequeño resumen de sus actuaciones, o explicaban sus valores, o el sentido de las mismas, …; otros pocos representaban en grupo la información que daban de su obra.
Nosotros vimos el festival desde fuera, pero sumergidos en un ambiente sorprendente y atractivo. Durante todo el día recibimos folletos y postales, y con ellos invitaciones para acudir a los escenarios; en la foto se ve una pequeña muestra.
Quizás no volvamos a Avignon por ver de nuevo el palacio de los papas franceses. Pero a lo mejor sí para ver el festival de Avignon por dentro.
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