2019/10/07

Buenos Aires (2). Crisis y pobreza

Latinoamérica; pinceladas, imágenes y enlaces de un viaje (19)

Buenos Aires (2)
Crisis y pobreza
(08 / 11 / 2018)

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Otras ocupaciones—y también algún viaje— me han alejado durante más de tres meses de este blog. La última entrada sobre el viaje a Latinoamérica la hice el 16/06/2019 (el 15 en euskera); Desde que comencé el viaje ya ha pasado un año, pero gracias a las pinceladas que traslado a este blog, sigo en él. Prosigo donde lo dejé en junio.
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(Viaje a Montevideo: continuación de la proyección sobre lo vivido en la capital argentina los cuatro días anteriores).

Los personajes históricos desaparecieron en un espacio de imprecisas fronteras; nuevos actores tomaron su lugar en la imprecisa pantalla, haciendo desaparecer a Garay y a San Martín. Quienes tomaron el relevo eran contemporáneos: personas trabajadoras, manifestantes, pobres,…


Leí en mi cuaderno de viaje el texto que sigue, y mientras cruzaba el Río de la Plata perdí de nuevo la mirada en un cielo sin concreciones, rememorando lo visto en Buenos Aires.

“Argentina está sufriendo una dura crisis económica; el transporte público, la electricidad y otros servicios públicos se encarecen de continuo, la inflación crece y crece… Para ser consciente de todo eso no es necesario venir a Argentina, se puede estar bien informado desde lejos, siempre que no limites tus fuentes de información a aquellas que sirven a los poderes políticos y neoliberales. No sé hasta qué punto se puede vincular lo que veo en la calle y los duros recortes impuestos por el FMI y asumidos por Macri, pero Macri y el FMI están en boca de todo el mundo.

He caminado por las calles del Microcentro de Buenos Aires, y visitado unos cuantos lugares. El lunes estuve en un interesante espacio: el Zanjón de Granados; allí estaba el extremo sur de la ciudad fundada por Juan de Garay; cerca la Casa mínima, la casa más estrecha de la ciudad. En la excelente casa denominada Zanjón de Granados tenían seis esclavos en la segunda mitad del siglo XIX. En la Casa Mínima vivía un esclavo. En una, la abundancia; en la otra, la escasez y la pobreza. Lo mismo que hoy se puede ver en la calle.

En muchos lugares del Microcentro ―en la calle, cafeterías y comercios― puedes no darte cuenta, si no prestas atención, de que la pobreza está a la vista. Pero la gente que vive literalmente en la calle, y las múltiples manifestaciones, ponen a la vista la pobreza y el hartazgo de la ciudadanía.

He visto pobreza que parece irreversible; personas viviendo sobre sucios colchones tirados en la calle, más de una vez con niños de muy corta edad; jóvenes hurgando en los contenedores de basura para reunir papel y cartón, seguramente para conseguir unas monedas… He visto una mujer, acompañada de un niño, pidiendo en medio de una calle concurrida; un hombre le ha dado unos billetes, y el niño le ha dedicado a su madre una mirada luminosa y entrañable, pero esta no se la ha devuelto, y ha permanecido en la tristeza y el abandono infinito que su cara reflejaba.

También he visto unas cuantas manifestaciones: educadores, transportistas, funcionarios, trabajadores y trabajadoras de todos los sectores…, reivindicaban sus demandas en concentraciones y grandes manifestaciones. En la más larga y numerosa de las que he visto, las facciones de la mayoría eran andinas.

Mensajes que había oído en otros lugares se han hecho más habituales en Buenos Aires: “ten cuidado”; “no lleves nada valioso a la vista, te podrían robar”; “si alguien se te acerca preguntando, desconfía”... Un taxista, personas con las que hablo en la calle, la recepcionista del hostal…; los mismos mensajes en boca de todo el mundo.

Muchas trincheras entre grupos y personas.”
Mi atención volvió a la cómoda nave de Buquebús. Estaba haciendo un viaje sin lujos en el que predominaba la austeridad; pero en aquel barco me sentía un privilegiado, en la parte privilegiada de la desigualdad.

Cuando crece la desigualdad, quienes han provocado esas diferencias (y quienes compran su ideología o le dan valor con negligencia), hacen que también aumente eso a lo que han dado como nombre “criminalidad”. Con ello crece la percepción de inseguridad, y, al mismo tiempo, el miedo se reproduce. Cuando se multiplican esas sensaciones o sentimientos —desconfianza, percepción de inseguridad, miedo—, hay riesgo de algo que a menudo se produce: muchos de los desfavorecidos hacen culpables a otros que también son explotados.

En la imprecisa pantalla desaparecieron los recuerdos de los días anteriores. Estábamos llegando a Montevideo, y puse mi atención en la cubierta cerrada, cómoda y elegante del barco. En aquel gran y tranquilo salón recordé mi actitud en las calles de Buenos Aires. Los repetidos consejos produjeron también en mí desconfianza y sensación de inseguridad, y la manera de estar y comportarme en la calle dejó de ser la acostumbrada: llevar la mochila por delante (como vi que hacía mucha gente); andar a prisa, para no dar la sensación de que no sabía a dónde iba; buscar una esquina protegida para mirar los planos; no llevar la cámara de fotos a la vista, y antes de utilizarla guardar bien el resto de cosas en la mochila… También para mí, ¡los desfavorecidos sospechosos!

Nota escrita en mi cuaderno de viaje:
“En mi cuaderno de viaje escribo lo que veo, pero no miro solo con los ojos, por lo tanto nunca sé si he mirado bien; con toda seguridad, alguien que pudiera haber estado a mi lado lo contaría de otro modo. De cualquier manera esto es lo que he visto y lo que he sentido los días pasados.”

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