2019/10/16

La Sacra por dentro


CRÓNICAS DE UN VIAJE TRAS SAN MIGUEL DE UN ATEO SIN ESPADA
Serie de 14 episodios sobre un viaje entre Mont Saint Michel y Monte Gárgano.

A caballo entre octubre y noviembre de 2017 realicé un viaje entre Mont Saint Michel y el Monte Gárgano, para visitar cuatro lugares curiosos, espectaculares y sorprendentes. Seguí una imaginaria y misteriosa línea recta, en la que se alinean esos cuatro destinos de mi viaje. En Aiaraldea.eus publiqué 14 crónicas en euskera. Más tarde grabé 14 podcasts  en castellano, cuyo texto publico aquí.


10- LA SACRA POR DENTRO
Hemen argitalpen orijinala irakur daiteke:
https://aiaraldea.eus/komunitatea/Jose%20Mari%20Guti%C3%A9rrez%20Angulo/1516704568972-10-sacra-barrutik


Entré en la Sacra di San Michele y desde el primer descansillo de la escalera recorrí con la vista la sólida columna que surge de la roca. Dieciocho metros más arriba el solado de la iglesia se apoyaba sobre la gigantesca columna, sobre otras columnas más pequeñas del basamento construido en la roca, y en los arcos y bóvedas de todos estos soportes. Me sentí diminuto en aquel lugar, más aún que al ver desde fuera la gran fachada de veintiséis metros.


La Sacra di San Michele es uno de los espacios religiosos románicos más grandes de Europa; lo que hoy vemos es el resultado de las construcciones, derribos y ampliaciones realizadas durante siglos.

El monte Pirchiriano, en el que se encuentra la Sacra, ya era un lugar de culto antes de construir la iglesia. Pirchiriano se deriva de la palabra latina porcarianus, lo que quiere decir que este monte se relacionaba con los cerdos; el monte Caprasio de las cercanías se relacionaba con las cabras, y el Musine con los asnos. El cerdo era un alimento mágico para los celtas.

En un fresco de la iglesia de la Sacra, se representa una leyenda sobre su construcción. Cuenta que el diablo vivía en el monte Pirchiriano, y que para dormir saltaba hasta el monte Caprasio, al otro lado del valle de Susa. El fundador de la Sacra San Giovanni Vincenzo decidió edificar una iglesia para “desmentir” esa leyenda, y eligió el Caprasio para ello. De alguna manera, cuando todo estaba preparado para iniciar la construcción, San Miguel le hizo saber que prefería la iglesia en la cumbre del Pirchiriano. En el fresco se ven ángeles y palomas transportando en vuelo las vigas para construir la iglesia. Es una supuesta, pero bonita verdad para desmentir –también supuestamente– la creencia anterior. Yo diría que la principal razón de construirla en el Pirchiriano (si no la única) podría haber sido el deseo de obtener mayor beneficio; esta cumbre tiene 962 metros, 546 menos que la del Caprasio, y el acceso es mucho más fácil para los peregrinos sin alas.

La escalera de los muertos y la puerta del zodiaco
Al entrar en la abadía miré hacia arriba, siguiendo con la mirada la gigantesca columna que nace de la roca; una escalera la rodea para acceder hasta la puerta del Zodiaco, que todavía queda por debajo del extremo de la columna y del suelo de la iglesia. Llaman a este acceso la escalinata de los muertos, porque aquí colocaban los sepulcros de bienhechores y abades del primer cenobio.

Las primeras construcciones cristianas en el Pirchiriano son del siglo X; ahora están ocultas tras las columnas y el basamento construidos para soportar la iglesia y las construcciones posteriores. Pero aunque no viese aquella primera obra, la tenía frente a mí y sobre mí al comenzar la ascensión, y a mi altura y a la derecha cuando llegué a la puerta del Zodiaco.

En la puerta del Zodiaco hice una larga parada para admirar una obra maestra del siglo XII. Aquí no me sorprendía la enormidad, sino un fino y delicado trabajo. Las imágenes esculpidas en el friso y en los capiteles, además de ser maravillosas, están muy bien conservadas. No faltan los símbolos del mal establecidos por la Iglesia a lo largo de la historia; en un capitel están representadas dos mujeres amamantando serpientes. Para la Iglesia, durante siglos, la serpiente y la mujer han sido “símbolos del mal” e “instrumentos para el mal” respectivamente. Esos símbolos y enseñanzas han saturado de misoginia el pensamiento occidental durante mucho tiempo, y la Iglesia no puede decir que es inocente.

La iglesia, reconstrucciones y ruinas
Después de pasar la puerta del Zodiaco ascendí por una nueva escalinata hasta la puerta de la iglesia. Es llamativo el color verdoso de las escaleras, los arcos y los contrafuertes, igual que el de los ábsides del templo. La razón: el abandono de varios siglos que produjo la ruina de la abadía; así que los arcos rampantes, las escaleras bajo ellos, los ábsides, etc., son producto de una reconstrucción de los siglos XIX y XX, en la que se utilizó piedra de ese color.

La construcción de la iglesia pudo comenzar hacia 1160, y duró casi un siglo; los estilos románico y gótico se pueden ver uno al lado del otro. Bajo una de las columnas, la roca del propio monte sobresale quince centímetros del solado de la iglesia. Los tres ábsides están tapados o recubiertos de ladrillo rojo, lo que contribuye a que la luz se tiña de un color cálido que colorea el ambiente.

Los frescos que vi en la trasera de la nave se realizaron varios siglos más tarde, en el siglo XVI; San Miguel es el protagonista en varios de ellos.

En manos de los benedictinos esta Sacra tuvo mucha fama durante varios siglos. Posteriormente la mala gestión, seísmos, incendios, saqueos, y sobre todo el abandono de varios siglos, la llevaron a la ruina. 1836 fue el año del comienzo de su resurgimiento: Carlo Alberto de Saboya ofreció ese trabajo a los rosminianos, congregación que todavía gestiona la sacra. En los siglos XIX y XX se hicieron grandes trabajos de restauración en la abadía. La reconstrucción terminó en 1937. Sin embargo no se restauraron todas las ruinas.

En la parte norte, la que mira al valle de Susa, quedan partes de la antigua abadía sin restaurar, la más famosa la torre de la Bella Alda; 600 metros más abajo están los pueblos del valle. En esta torre se repite, con algunas variantes, la leyenda que se cuenta en Saint Michel d’Aiguilhe, que también aquí le ocurrió a una mujer. La Bella Alda se arrojó desde la torre para librarse del acoso sexual de los soldados, pero San Miguel la salvó. Empujada por la soberbia saltó de nuevo, pero esta vez San Miguel no hizo nada por salvarla y se estrelló contra las rocas. Estas leyendas están relacionadas con las creencias y las religiones, y se utilizan como medios para adoctrinar. ¿Por qué terminan así estas historias inventadas para dar valor a los poderes beneficiosos de San Miguel? ¿Por qué se presenta una mujer “virtuosa” y una vez ocurrido el milagro se la denigra? Quienes las inventaron, además de adornar los supuestos poderes de San Miguel, dejan a la vista la idea que tienen de la mujer. En estos dos cuentos está claro lo que hicieron con ella: usar y tirar.

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