2019/10/27

Hacia la sustitución del mito


CRÓNICAS DE UN VIAJE TRAS SAN MIGUEL DE UN ATEO SIN ESPADA
Serie de 14 episodios sobre un viaje entre Mont Saint Michel y Monte Gárgano.

A caballo entre octubre y noviembre de 2017 realicé un viaje entre Mont Saint Michel y el Monte Gárgano, para visitar cuatro lugares curiosos, espectaculares y sorprendentes. Seguí una imaginaria y misteriosa línea recta, en la que se alinean esos cuatro destinos de mi viaje. En Aiaraldea.eus publiqué 14 crónicas en euskera. Más tarde grabé 14 podcasts  en castellano, cuyo texto publico aquí.


12- HACIA LA SUSTITUCIÓN DEL MITO
Hemen argitalpen orijinala irakur daiteke:
https://aiaraldea.eus/komunitatea/Jose%20Mari%20Guti%C3%A9rrez%20Angulo/1518105101088-12-mitoaren-ordezkapenaren-jotorrirantz

Atravesé Italia de norte a sur en tren para llegar a la cuarta y última etapa de mi viaje. No vi nada, porque para ahorrarme el alojamiento hice el viaje de noche. En Bolonia el tren hizo una corta parada, y me desperté; vi el nombre de la estación, y un recuerdo asociado a ella me hizo sentir un escalofrío de temor. No conozco Bolonia; relaciono su nombre con el violento y despreciable atentado que la organización terrorista de extrema derecha Ordini Nuovo realizó el 2 de agosto de 1980. Después, por dificultar la investigación fueron imputados jueces, periodistas, militares, políticos y banqueros, con lazos con la logia masónica Propaganda Due.

El tren reanudó la marcha y volví a dormir, pero con un sueño ligero, por miedo a pasar de mi estación sin bajarme; el tren iba hasta Lecce, yo tenía que dejarlo 285 km antes, en Foggia.

Llegué a la estación de Foggia a las 05:35 de la mañana, después de un viaje de ocho horas y cuarto desde Turín. Tuve que esperar otras dos horas antes de subir a un autobús con destino a Manfredonia; y en esta ciudad cuatro horas más antes de tener en mis manos las llaves del alojamiento alquilado. Lo alquilé para cuatro días, por internet, mientras esperaba en la estación de Foggia; era un apartamento en los bajos de un edificio, lejos del centro, pero barato, el más barato que encontré.

A Manfredonia llegué después de las 08:00. A esas primeras horas de la mañana encontré poca gente en la calle. Pregunté a dos o tres personas sobre la dirección de mi alojamiento, y nadie sabía dónde se encontraba. Me senté en una plaza cercana a la oficina de turismo, sobre el muelle, esperando a la apertura del local. A la hora de abrir, casi dos horas más tarde, me acerqué para informarme. Había una joven trabajadora de la oficina que aguardaba a la responsable, ella no tenía llaves. La jefa se retrasó tres cuartos de hora.

Quería conseguir información sobre Manfredonia y los alrededores, horarios de autobuses y averiguar cómo podía llegar a mi alojamiento; me dieron un plano a cambio de un euro, me dejaron una carpeta para que apuntase yo mismo los horarios de autobús (¡los del verano!), y no conseguí información demasiado clara sobre el camino hasta mi alojamiento. Se acentuó una opinión que ya tenía de antes: los italianos resultan desagradables cuando tienen que trabajar; ya sé que generalizar es un error, e injusto, pero en este viaje, y antes también, a menudo tuve esa impresión.

Estuve cuatro días en Manfredonia. El segundo y el cuarto subí en autobús al monte Gárgano para ver en el pueblo Monte Sant Angelo el primer monasterio consagrado a San Miguel. El tercero fui a Siponto; este pueblo ya era ciudad episcopal en el siglo VI, cuando el obispo Lorenzo Maiorano introdujo en Europa la devoción a San Miguel.

Desde Manfredonia recorrí seis kilómetros a pie para llegar a la basílica Santa Maria Maggiore de Siponto. Es una iglesia románica, pero cuando antes de verla te dicen que es románica, no imaginas la iglesia que luego encuentras. Su planta es cuadrada, y tiene dos ábsides: uno al este y otro al sur. Esta iglesia sustituyó en los siglos XI-XII a una anterior paleocristiana, que destruyó un terremoto. Se pueden ver las ruinas de la primitiva iglesia al oeste de la actual; sobre ellas una estructura de alambre reproduce aquella antigua construcción.

La basílica está en un amplio espacio arqueológico, y no tiene construcciones alrededor que impidan la visión del monte Gárgano, que se divisa al norte. Mientras anduve por aquel espacioso lugar no dejé de pensar en el obispo Lorenzo Maiorano. Este obispo tuvo que ver cada día el monte Gárgano en el horizonte septentrional, y probablemente los ritos paganos que se celebraban en una gruta de aquel monte le quitaban el sueño. Uno de los primeros obispados del cristianismo se estableció en Siponto durante el siglo I; sin embargo, en el siglo VI todavía se mantenían los oráculos, creencias y ritos relacionados con Apolo. El obispo Lorenzo Maiorano, introduciendo en Gárgano los nuevos ritos cristianos, fue quien consiguió erradicar los antiguos.

Las estructuras de alambre que representan la iglesia paleocristiana, ofrecen una imagen fantasmagórica de la antigua iglesia (ver aquí). También hay representados seres humanos; en uno de ellos quise ver a Lorenzo Maiorano, imaginando la estrategia para sustituir en el monte Gárgano a Apolo o a su sacerdote Calcante.

Para escuchar el podcast:
https://www.ivoox.com/hacia-sustitucion-del-mito-audios-mp3_rf_28554446_1.html

Para escuchar en modo vídeo:
https://www.facebook.com/100008792851310/videos/1903361036633640/?id=100008792851310&lst=100008792851310%3A100008792851310%3A1571666129&sk=grid

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