2019/05/11

Viaje en Marruecos (y 8)


Entre marzo y abril de 2016 Josune y yo hicimos un viaje a Marruecos. A la vuelta publiqué en Aiaraldea.eus ocho crónicas en euskera. Ahora las traigo aquí traducidas al castellano.

Hemen argitalpen orijinala ikus daiteke:
https://aiaraldea.eus/komunitatea/Jose%20Mari%20Guti%C3%A9rrez%20Angulo/1482256564804-bidaia-marokon-eta-8-etxekoa-edo-kanpokoa


¿DE CASA O FORASTERO?

No sabemos qué hay detrás de la puerta de la foto. No sabemos si el interior es humilde u opulento. No sabemos si pertenece a una familia marroquí o a un millonario europeo.

En las segunda y tercera décadas del siglo XX bastantes pudientes empezaron a comprar viviendas tradicionales en Marrakech; en la última década del siglo la tendencia se multiplicó, y muchas viviendas en decadencia o en ruina de la medina fueron compradas por extranjeros. Así que no sabemos si lo que hay al otro lado de la puerta es una vivienda tradicional o un riad acondicionado, un palacete. Sea una cosa o la otra, en la puerta se ha mantenido una antigua costumbre de la cultura árabe: dos aldabas.

La belleza de las casas árabes no es visible al exterior, se guarda dentro. Cuando se le abre la puerta a alguien se deja al descubierto la intimidad de la familia, pero la exposición de sus interioridades se corresponderá con el nivel de confianza del forastero: amigable, confiada y afable; o prudente, fría y artificiosa.

Al terminar nuestro viaje sabemos esto: si para entrar en Marruecos hubiésemos utilizado la puerta de la fotografía, habríamos utilizado la aldaba superior.

Lo de las dos aldabas es una vieja costumbre. La de abajo está al alcance de los niños, y la usan los de casa; los forasteros (o los de casa cuando llegan con forasteros) usan la de arriba. Cada una produce un sonido diferente, de esa manera quienes están en el interior ya saben que actitud y apariencia tienen que mostrar al abrir la puerta. La mujer, por ejemplo, se pondrá la hiyab si suena la de arriba.

Nosotros hemos entrado en Marruecos como turistas extranjeros, y nos corresponde la aldaba de arriba. Nos han recibido con buena actitud, pero no con la que se ofrece a los de más confianza. Nos han mostrado los tesoros del interior, y han sido agradables con nosotros. Pero para percatarse de lo que no está a la vista hay que empeñarse, rebuscar en los rincones, levantar las alfombras. Si no eres perseverante y obstinado solo observarás la fachada.

¿Y si volvemos para conocerlo todavía mejor?

iruzkinik ez:

Argitaratu iruzkina

Viaje al románico de La Bureba

  Cuando enero empezaba a envejecer, atravesamos, desde el norte, la cadena de los Montes Obarenes por el desfiladero de Pancorbo. Nos diri...