El reloj de sol más grande y preciso del mundo y dos torres inclinadas (una ya desaparecida) fueron los motivos por los que Zaragoza ha estado en el itinerario del último viaje que Josune y yo hemos hecho. El Pilar también está allí y forma parte del imaginario colectivo, heroico para muchas personas, pero para otras impuesto y oscuro. Así que también el Pilar y la enorme plaza a la que se abre están en esta crónica.
Viajes que inducen a otros viajes
Hay viajes fecundos, viajes que sugieren otros viajes, viajes preñados de pasado que engendran otros llenos de futuro. En el último hemos pasado por Zaragoza, una ciudad en la que ya había estado alguna otra vez, pero que para mí, nunca había sido destino u objetivo específico de un viaje. Sin embargo pasan por ella itinerarios que otras andanzas me sugirieron.
Una torre fantasma
Habíamos llegado a Zaragoza a primeras horas de la tarde del 11 de febrero, sábado. En una oficina de turismo situada en una torre de las murallas romanas, casi pegada a la iglesia de San Juan de los Panetes, pedimos un plano de la ciudad. Cuando la joven que nos atendió acabó de señalar en el mapa los lugares más emblemáticos de la ciudad le pregunté por la ubicación del reloj de sol más grande del mundo. Por la sorpresa que mostró ante la pregunta parecía desconocer su existencia. Tras un momento de duda comenzó a consultar en Internet. Por fin buscó en el plano que nos había facilitado para señalar en él su ubicación. El reloj de sol quedaba fuera del mapa; dibujó una flecha en el margen derecho y nos indicó cómo llegar.
−¡El más grande del mundo! Ahora ya sé otro lugar que tenemos que ofrecer −nos dijo.
Espacio contaminado por una memoria impuesta
Volvimos a la enorme Plaza del Pilar presidida por la basílica. La Catedral del Salvador y la Plaza de la Seo cierran la plaza por el sureste. Al noroeste sobresale la Torre de San Juan de los Panetes, detrás de la Fuente de la Hispanidad, esta edificada en 1991. En medio está la basílica.
Basílica de Nuestra Señora del Pilar: solo el nombre puede reproducir en la mente de quien lo escucha, sin necesidad de verla, la silueta formada por sus cúpulas con sus linternas y las torres de cada uno de los cuatro vértices del espacio ocupado por la iglesia. Al menos eso me ocurre a mí, debido con toda seguridad al incesante discurso apologético con el que, desde que empecé a ir a la escuela, nos bombardeaban periódicamente; supongo que les ocurre lo mismo a muchas personas de mi generación(1).
La silueta de la Basílica del Pilar, recortada contra el cielo o reflejada en el Ebro, no fue hasta 1961 tal como hoy la podemos ver; ese año se inauguraron las dos torres del lado norte, el que da al Ebro. Tampoco la plaza era tan grande; hasta 1939 ocupaba un espacio muchísimo más reducido. Aunque el proyecto para su ampliación tenía ya unas décadas, fue a finales de1936 cuando en un pleno del Ayuntamiento de Zaragoza se le dio el impulso definitivo, y comenzó a realizarse en 1939. Para entonces la utilización de la Virgen del Pilar por parte de los golpistas estaba ya muy engrasada; después, el régimen nacional-católico y fascista la siguió utilizando exhaustivamente como símbolo para el adoctrinamiento y la propaganda. En aquel pleno de finales de 1936 el teniente coronel Loscertales, golpista y delegado militar en el Ayuntamiento, pronunció estas palabras sobre el proyecto de la “Plaza de las Catedrales”(2): “… hay que realizar una activa y eficaz propaganda que llegue al pueblo. Yo no quiero que este proyecto sea sólo de Zaragoza. Tiene que patrocinarlo España entera y todos los católicos del mundo que hablan el español”.
Reloj Solar Multicaja-Zaragoza
Por el Paseo de la Ribera, por su zona peatonal más pegada al Ebro, recorrimos los casi dos kilómetros que nos separaban del Parque de Oriente. Antes de pasar bajo el Puente del Marqués de la Cadena ya pudimos ver la parte más alta del gnomon del reloj de sol más grande y preciso del mundo. Sin llegar al embarcadero fluvial de Vadorrey ascendimos hasta el espacio en el que se ubica. Desde el centro de un espacio circular de algo más de 3.700 metros cuadrados el gnomon se va elevando hacia el norte en un ángulo de 41,27º; con una longitud de 46 m su extremo acaba a 30,343 m del suelo.
La idea de su creación fue del ingeniero, poeta y artista Juan Antonio Ros. Adquirió categoría de proyecto en 2008, cuando la Expo Zaragoza ya estaba a punto de inaugurarse. Desde el 10 de julio de 2013 ostenta el récord de tener el gnomon más grande del mundo, según Guinness World Records. La instalación del gnomon se hizo a finales de 2009. Sin embargo tuvieron que pasar más de diez años para que el proyecto estuviese terminado; la pavimentación de la plaza en la que se encuentra no se concluyó hasta el verano de 2020.
En la Plaza del Reloj hay un dial horario bajo el gigantesco gnomon; en él se pueden leer las horas en las marcas que señalan hasta cada cuarto de minuto. Una rampa de hormigón sube desde el dial hasta la calle del Marqués de la Cadena; en ella se proyecta a mediodía la sombra del gnomon, larga en invierno y corta en verano. Dicen que algunos días puede proyectar su sombra hasta 500 m; que a esa distancia puede verse cómo avanza a 7 m por minuto.
Reloj Solar Multicaja-Zaragoza es el nombre oficial. El nombre del ingeniero de caminos, poeta y artista Juan Antonio Ros, que fue quien lo creó, aparece en una brillante esfera de la que también es autor. Se trata de una bola de acero y latón de 2 m de diámetro; la obra tiene varios cráteres de distintos tamaños. En uno de ellos se leen los datos que hay que utilizar para saber la hora exacta a partir de la que la sombra del gnomon marca en el dial; también hay información sobre otros aspectos del diseño. Está colocada sobre un pedestal circular en el extremo sur del círculo que rodea al gnomon. El autor la llamó Asteroide.
Cuando llegamos la plaza del reloj no estaba muy concurrida, apenas algunas niñas y niños correteando o en bici mientras sus familiares les observaban o jugaban con ellos, alguna persona atravesando aquel espacio en su paseo y alguna otra con la misma curiosidad que nosotros. Recorrimos de nuevo el Paseo de la Ribera, atravesamos el Puente de Piedra y desembocamos de nuevo en la Plaza del Pilar.
«... se han estudiado las líneas rectoras de esas nuevas políticas municipales, que pueden resumirse en los siguientes puntos:
— Adaptación de la ciudad a las necesidades ideológicas del Nuevo Estado (...)
— Utilización del urbanismo como instrumento político de sometimiento (…)— Utilización del urbanismo como herramienta de reproducción del capital (…)»
«En la madrugada del día 3 de agosto de 1936, un avión —republicano, según los sublevados; rebelde, según versiones que sólo ahora pueden hacerse públicas-, arrojaba sobre el templo del Pilar tres bombas que, «milagrosamente», según unos, o, «lógicamente», según otros, no llegaron a estallar. El suceso —acaecido a tan sólo 15 días del pronunciamiento militar contra la II República, en una ciudad de primordial interés estratégico como Zaragoza— puede ser calibrado de decisivo en el planteamiento general de la Guerra Civil y, muy concretamente, en el sentimiento que fue su columna vertebral: el de Cruzada. 41 años después de aquella fecha, el hecho sigue pidiendo a voz en grito la necesaria clarificación que le confiera un carácter del que, mientras no se demuestre lo contrario, carece: el implacable rigor histórico».
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