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Cuando el recuerdo es doloroso, inalterable y repetitivo siempre es presente; el futuro se hace imposible y el pasado nunca llega.
Un futuro imposible
No hay pasado. Solo hay presente y futuro.
Escribo desde el futuro. Un futuro imposible para quienes el 4 de agosto de 1974, el 2 de agosto de 1980 o el 23 de diciembre de 1984 murieron en crueles e indiscriminados atentados del terrorismo fascista en Bolonia. También dejó de haber futuro para quienes el 27 de junio de 1980 salieron de esa ciudad en un vuelo comercial con destino a Palermo a bordo de un DC-9 que, cuando ya había iniciado su descenso, un misil militar derribó cerca de la isla de Ustica.
Cuatro violentas masacres y 194 muertes, 194 personas de todas las edades a las que se se les acabó el presente y se les arrebató toda posibilidad de futuro. Y 515 personas heridas, que además de con los daños físicos cargan con ellas el amargo y siempre presente recuerdo del momento de la masacre. También hay que sumar las incontables personas cercanas a las muertas y heridas, que tienen para siempre fijado en su memoria el recuerdo de aquellos momentos. No hay pasado. El horror está presente. Siempre es presente. El futuro es imposible o es un momento que no acaba de llegar.
El objetivo de aquellas cuatro masacres (y de otras muchas más perpetradas por el terrorismo fascista contra la población civil y anónima durante los años de plomo y la estrategia de la tensión en Italia) no era otro que atemorizar a la ciudadanía. A partir del momento en el que se produjo cada una de las tragedias comenzó un futuro inacabable para todas las víctimas supervivientes, sus familiares y la ciudadanía. Querían y necesitaban conocer la verdad; necesitaban saber por qué habían muerto sus familiares, sus amistades o sus conciudadanos; deseaban un siempre esquivo y lejano futuro en el que se hiciese justicia. Pero la verdad sobre los hechos está comprometida y a la justicia ya no se le espera.
Memoriales en Bolonia
Muchos de aquellos atentados fascistas estaban en algún rincón cada vez más inaccesible de mi memoria. Pero hay uno que nunca se ocultó del todo, que cada vez que leía u oía el nombre de Bolonia se adelantaba hasta hacerse nítido en mi consciencia: el de la masacre del 2 de agosto de 1980 en la estación, en el que murieron 85 personas y 200 resultaron heridas. En 2017 pasé por la Estación Central de Bolonia sin detenerme. En una carambola de viajes que sugieren o provocan otros viajes, he vuelto en dos ocasiones a esa ciudad. La primera en febrero de 2022; los memoriales de la masacre de la estación y los del tren expreso Italicus y del expreso 904 centraron mi atención en aquel viaje. Me aconsejaron visitar también el Museo de la Memoria de Ustica, pero marché de Bolonia un viernes de madrugada y el museo solo abría los fines de semana. En setiembre volví para visitarlo. Esta vez acompañado.
Iniciamos el recorrido por Bolonia en la Piazza del Nettuno. Es imposible no ver el memorial en recuerdo de los caídos entre 1943 y 1945 en la lucha contra el fascismo y en defensa de la libertad y la justicia. Más de 3.000 fotos y nombres ocupan buena parte de la fachada del Edificio Borsa. A los lados, o en la fachada del Palazzo Re Enzo situado enfrente, varias placas rememoran la victoria sobre el ejercito nazi y el entusiasmo de la población por la victoria, o recuerdan a quienes lucharon contra el fascismo y a “a niños, mujeres y hombres de toda raza y nación que la ferocidad nazi asesinó salvajemente”.
A la izquierda de este memorial con miles de fotos se pueden leer en un panel de metacrilato los nombres de todas las víctimas de tres indiscriminados atentados fascistas contra la población civil (1974, 1980 y 1984). Esa lámina, ese folio transparente, indica que el fascismo, si había sido derrotado, no había desaparecido: “A falta de una verdadera purga, la vieja burocracia fascista logró mantenerse”(1).
Uno de los tres sobrenombres que se utilizan para definir Bolonia es la rossa (la roja). La razón del apelativo no solo hace referencia al color que predomina en la ciudad, también obedece a que la ideología de izquierdas arraigó especialmente aquí. No puede extrañar que la mayoría de los atentados del terrorismo negro se produjesen en la ciudad o en su provincia. Durante décadas aparatos de estado y servicios secretos italianos, estadounidenses y de otros países alimentaron la estrategia de la tensión para impedir que el Partido Comunista Italiano gobernase el país o formase parte del gobierno. Bolonia era un buen sitio para atemorizar a la población.
No solo en Bolonia, también en otras ciudades, sobre todo en el norte de Italia, se produjeron numerosos atentados fascistas contra la población civil. Entre 1969 y 1987 murieron 491 civiles y 1.181 personas resultaron heridas o mutiladas, según estadísticas oficiales. El Informe de la Investigación Senatorial de 1995 sobre el Gladio y los atentados decía: “Estas masacres, atentados y operaciones militares fueron organizadas, instigadas o apoyadas por individuos dentro del propio seno de las instituciones italianas y, como se ha descubierto recientemente, por individuos vinculados a las estructuras de la inteligencia estadounidense”(2).
La red Gladio (estructura secreta de la OTAN), aparatos de estado y servicios secretos de varios estados atizaron la estrategia de la tensión. Su papel también fue decisivo en el desvío de las sospechas, la ocultación de pruebas y la protección de autores de los atentados fascistas. Entre las acciones de Gladio en Italia se incluyen atentados terroristas que luego se atribuyeron a grupos de izquierda. “El principal objetivo de Gladio en época de paz: generar una situación de tensión e inestabilidad política de la que se haría responsable a los grupos y partidos de izquierda de los diferentes países”(3).
“La estrategia de la tensión puede resumirse como la colaboración de los servicios secretos y los grupos de ultraderecha para provocar actos terroristas que posteriormente eran atribuidos a fuerzas de izquierda”(4).
Una vez perpetrados los atentados desviar la atención, dificultar o impedir que se conociese la verdad e imposibilitar que se juzgase a las personas o grupos responsables para que se hiciese justicia fue un empeño compartido por muchas personas e instituciones.
La masacre de Ustica(5)
En la masacre de Ustica no hubo sobrevivientes. El 27 de junio de 1980 un vuelo de Itavia partió a las 20:08 de Bolonia con destino a Palermo. El avión tomó vuelo con dos horas de retraso y nunca llegó a aterrizar. Poco antes de las 21:00, cuando apenas faltaba un cuarto de hora para llegar al destino, el avión desapareció de los radares. Un misil militar alcanzó el DC-9 en el que viajaban 81 personas, 11 de ellas de entre 2 y 12 años y 2 bebés. El avión cayó al mar cerca de la isla de Ustica. Sus restos se hundieron hasta los 3.700 m bajo el mar. A la mañana siguiente aparecieron en la superficie algunos restos del avión y cuerpos de algunas de las víctimas. En días posteriores a la masacre se rescató casi la mitad de los cuerpos de las víctimas; los demás desaparecieron en el fondo del mar. Los restos del avión siguieron sumergidos en una de las fosas más profundas del Tirreno durante 8 años al menos.
La primera versión oficial achacó la tragedia a fallos estructurales del avión. La primera comisión de investigación, de encargo gubernamental, estableció en 1982 que la causa de la masacre pudo haber sido una bomba terrorista colocada en el interior del avión o un misil. Esta versión dejaba ya de lado la del fallo estructural del avión, elaborada de urgencia y burda hasta el ridículo; pero que ya empezaba a dejar constancia del empeño sostenido desde entonces por autoridades y servicios secretos para poner trabas a las investigaciones, ocultar pruebas y falsear información. El mismo día de la tragedia se alzó el llamado “muro de goma” en el que han rebotado multitud de esfuerzos por conocer la verdad de lo sucedido; un muro construido con “mentiras a discreción, olvidos, fantasías y arrogancia”(6).
Después de numerosas comisiones de investigación la versión más creíble, menos contaminada y que más consenso concita es la de que el avión fue derribado por un misil lanzado por cazas franceses en una operación urdida por la OTAN. Coincidiendo con el vuelo comercial de Itavia, un avión privado en el que podría estar viajando el líder libio Muamar El Gadafi, sobrevolaba el espacio aéreo al sur de Italia. La operación se puso supuestamente en marcha para eliminar al líder libio. Como afirmó el juez Rosario Priore en 1999 al terminar una larga investigación judicial, "el accidente ha ocurrido a causa de una acción de intercepción y el avión ha sido abatido dentro de una acción de guerra aérea, guerra de hecho no declarada"(7).
De acuerdo a esta versión hay que pensar que la masacre de Ustica no fue premeditada. Sin embargo sí pudo contribuir a la estrategia de la tensión. “El término tensión se refiere a la tensión emocional, a aquello que crea un sentimiento de miedo. El término estrategia se refiere a aquello que alimenta el miedo de la gente hacia determinado grupo”(8). La OTAN, los ejércitos francés e italiano y sus servicios secretos, la CIA, el M-16 británico, … Todos participantes de la red Gladio; todos implicados de alguna manera en las operaciones que provocaron el derribo del avión de Alitalia y/o en el desvío de las pistas con el fin de ocultar la verdad.
Museo de la Memoria de Ústica(9)
Seguir la historia de la Asociación de familiares de las víctimas de la masacre de Ustica, que lleva décadas intentando derribar el muro de goma, es seguir la historia de los esfuerzos por sacar la verdad a la luz sin tener en cuenta el precio que suponga. El Museo de la Memoria de Ustica es fruto de ese empeño.
El pasado 27 de junio de 2022 se cumplía el 42 aniversario de la masacre. Entre junio y setiembre la asociación programó un ciclo de conferencias, eventos y espectáculos artísticos en torno al museo; el título del programa fue: “Sono stati gli alieni?” (¿Fueron los extraterrestres?). Un título que atrae la atención para decir que la verdad aún se niega 42 años después de la masacre.
“La verdad tiene un precio que queremos pagar” es un lema para la Asociación. Ese lema es también el título de un libro publicado en 2018 en el que resumen el esfuerzo y los resultados de esa búsqueda: “1988-2018. La verità ha un prezzo che vogliamo pagare”(10).
Francisco Cossiga presidía el Consejo de ministros de Italia cuando se produjo la tragedia en 1980. En 1990 era Presidente de la República; al recibir a la Asociación de familiares de las víctimas de Ustica reaccionó así (gritando, al parecer): “Me engañaron, ¿entienden? ¡Engañar!”(11)
En la página 19 del libro mencionado se puede leer que todo lo que ocurrió alrededor de la historia de Ustica es una de las historias más repugnantes. Los estadounidenses habían preparado (con la intervención de otros países de la OTAN) el derribo del avión en el que viajaría Gadafi. Los italianos “probablemente advirtieron a los libios del hecho de que un misil estaba listo para Gadafi sobre el Mediterráneo, mientras volaba hacia Viena”. (…) Los libios cambiaron sus planes. (…) Los estadounidenses maldijeron a los italianos que una vez más habían traicionado al ponerse del lado del enemigo libio; mientras que los italianos, congelados por el desenlace que había tenido su delación, decidieron hacer todo lo posible por engañar, falsear, mentir. Y mintieron a todos, empezando por el jefe de gobierno, el manso e irónico Francesco Cossiga, este peligroso coleccionista de soldaditos de plomo, este "maestro" del espionaje, el lúgubre y peligroso gladiador”(12). No es casual el mote de gladiador para Cossiga; cuando se descubrió la existencia de la red Gladio, Cossiga dijo sentirse orgulloso de haber contribuido a la creación del ejercito secreto, y que todos los miembros de Gladio eran buenos patriotas(13).
Los restos de la nave y las dos cajas negras no se recuperaron hasta 1988 y 1991. En junio de 2006 se trasladaron hasta Bolonia desde una base militar cercana a Roma. Un año más tarde, el 27 de junio de 2007, se inauguró el Museo per la memoria di Ustica, donde se conservan y exponen los restos rescatados del mar.
Museo para un presente eterno y un futuro imposible
Sobre una malla metálica se ensamblaron todas la partes recuperadas del fuselaje, las alas y la cola del DC-9. En el museo la aeronave arruinada deja ver sus entrañas a través de sus heridas. Al traspasar la puerta entre la recepción y el gran espacio del museo la primera impresión puede ser de sorpresa o asombro, pero no hay tiempo para verbalizar la admiración en alta voz. En cuanto pisas la pasarela por la que se camina para rodear los restos del avión, sientes que te susurran al oído personas desconocidas; los tonos de las voces definen la edad y otras singularidades de quienes susurran; sus mensajes se cruzan, se solapan y se atropellan unos a otros. 81 pensamientos o preocupaciones ordinarias coinciden en el tiempo como pudieron coincidir sobre el Tirreno antes de convertirse en 81 gritos de terror.
La luz de 81 lámparas colgadas de las estructuras del techo, y suspendidas sobre la aeronave, se alumbra y languidece al ritmo de una respiración. En su cenit la luz es cálida, cuando al expirar se acerca a la penumbra se fatiga hasta el frío.
Sobre las paredes de los cuatro lados de la galería que rodea al avión cuelgan 81 espejos negros que reflejan sin descanso el fuselaje destrozado y las alas rotas, y la imagen de quienes caminan por el pasillo. Las 81 voces susurrantes surgen de detrás de ellos.
El pasillo por el que se recorre todo el espacio pasa más arriba del nivel de las alas, por debajo del de la cola y a la altura de la cabina de navegación. A los lados del avión, distribuidos en tres grupos, nueve grandes cajones forrados de un material plástico y negro conservan en su interior los objetos personales de las víctimas rescatados del fondo del mar.
81 lámparas de iluminación oscilante, 81 espejos negros, 81 voces susurrantes y nueve grandes cofres negros son los elementos de la instalación permanente del artista francés Christian Boltanski para el Museo de la memoria de Ustica. Todos estos elementos y el propio avión reproducen unos momentos que continuamente llegan y se van, se oyen y se silencian, se encienden y se apagan: un presente eterno reproducido indefinidamente. Un futuro imposible para 81 víctimas cuyas hipotéticas voces podemos escuchar.
Salimos del museo ya de noche, al final de una respiración, cuando las luces sobre el avión tendían a la oscuridad. Entre el Museo de la Memoria de Ustica y la Estación Central pasamos frente a un liceo público. Aunque era domingo (25/09/2022) había gente entrando y saliendo del liceo; habían ido a votar. En la fachada del liceo, cubierta por una pintura mural que hace referencia a la masacre de la Estación Central de Bolonia del 2 de agosto de 1980, leímos: “Io non dimentico” (yo no olvido).
Por la mañana nos fuimos de Bolonia. La noticia se repetía en todos los medios: el fascismo había ganado las elecciones. 100 años antes (29/10/1922) Mussolini fue nombrado primer ministro y el fascismo gobernó durante muchos años. Luego no fue derrotado: la vieja burocracia fascista logró mantenerse. Y ahí siguen, creciendo, en Italia y en otros muchos países. ¿Esto, como las luces del Museo de la memoria de Ustica, se repite al ritmo de una respiración, esta de 100años?
El pasado no acaba de llegar.
Nota y texto entrecomillado al que va adherida tomados de: https://www.archivochile.com/carril_c/cc2012/cc2012-065.pdfDaniele Gasner publicó el libro en 2005; en castellano se publicó en 2010: Gasner D. Los ejércitos secretos de la OTAN. La operación Gladio y el terrorismo en Europa occidental. Ed. El Viejo Topo. Mataró, 2010
Los ejércitos secretos de la OTAN, de Daniele Gasner, historiador suizo. Publicado en castellano en formato pdf por: CEME, Centro de Estudios Miguel Enríquez (CEME producción. 1999 -2011).
Version française: éditions Demi-lune (2007). Difundido en internet por Red Voltaire, Basilea, Suiza.
(2) Ibid.
(3) Bravo E. Villa Wanda. Ed. Autsaider División Sesuda. Sineu, Islas Baleares, 2019 (2ª edición).
Con el título de Villa Wanda Eduardo Bravo hace referencia a la villa de Arezzo en la que vivió Licio Gelli, fascista y maestro venerable de la logia P2. “La historia de la segunda mitad del siglo XX pasa, de una manera u otra, por Villa Wanda. En sus jardines se han cerrado negocios. En sus salones se han urdido complots. (…) Desde sus teléfonos se han ordenado venganzas y ajustes de cuentas”.
(4) Ibid.
(5) Mendez, R. (28 de mayo de 2010). La masacre de Ustica. Letraviva. Blog del IES Sierra de Guadarrama. https://iessierradeguadarrama.wordpress.com/2010/05/28/italia-1980-contra-la-sociedad-civil-las-masacres-de-ustica-y-bolonia/
Este artículo de Rafael E. Mendez Devesa, publicado cuando se cumplían 30 años de la masacre, recoge información de lo que se conoce de la masacre y del largo proceso para intentar conocer la verdad.
(6) (1 de julio de 2010). El Muro de Goma: Increíble historia de la Guerra Fría. https://urgente24.com/72859-el-muro-de-goma-increible-historia-de-la-guerra-fria
(7) Ibid.
(8) Gasner, D. y Cattori, S. (6 de diciembre de 2007). El terrorismo no reconocido de la OTAN. https://www.voltairenet.org/article153509.html#nh13
Entrevista de la periodista Silvia Cattori al historiador Daniele Gasner, especialista en relaciones internacionales contemporáneas; ambos son suizos. Publicad en el diario digital de la Red Voltaire (https://www.voltairenet.org), en el que se pueden encontrar muchos más artículos de Gasner y numerosas entrevistas de Cattori.
(9) https://www.museomemoriaustica.it/ en esta página web se puede realizar una visita virtual al museo.
(10) 1988-2018. La verità ha un prezzo che vogliamo pagare. Associazione Parenti delleVittime dellaStrage di Ustica. Bolonia, 2020
(11) Ibid.
(12) Gasner, D. Op. cit.
DOS DE AGOSTO
El aire está quieto.
Ni una hoja se mueve.
Y yo no quiero hablar de agosto.
Así que estoy en silencio.
Parado frente al reloj.
Un tren silba.
Bolonia tiene los ojos húmedos.
Sí, los ojos están húmedos
y el corazón está lleno de tristeza.
Pero nadie se deja engañar.
Bolonia quiere justicia!
Texto en la pintura mural sobre la
fachada de un instituto público.
La pintura de la fachada está firmada
por Gianluca Cresciani (2021)