2025/03/07

EL NACIMIENTO DE DOS RÍOS

 


Dos surgencias. Una espectacular en su inicio, la otra un humilde hilo de agua. La primera nace con decisión y emprende con vocación oceánica su corto recorrido en dirección al mar más alejado de su primera fuente. La segunda surge con timidez, sin ruido ni alharacas; el líquido que mana de la tierra se desliza sin atrevimiento, como si tuviese dudas de elegir entre el lejano océano o el más cercano mar. Las dos son el nacimiento de un río; la primera el del río Cuervo, la segunda el del Tajo.



Río Cuervo

El río Cuervo nace en el parque natural de la Serranía de Cuenca. El lugar más visitado y fotografiado de este río son las cascadas que salvan la barrera que el agua ha construido durante millones de años al depositar sobre el suelo por el que discurre el carbonato cálcico diluido en ella. Las cascadas son espectaculares cuando el caudal es abundante, más aún cuando en invierno se congelan. El nacimiento está a medio km de distancia y 40 m por encima de ellas.

Llegamos al paraje, declarado monumento natural en 1999, desde Vega del Codorno. Entre los barrios de La Cueva y El Perchel la mansedumbre del río, oculto por la maleza en buena parte del tramo, no permitía presagiar el soberbio espectáculo que nos esperaba a unos 3 o 4 km y 140 m más arriba. Tras un corto paseo desde el aparcamiento habilitado para su visita, nos colocamos ante el escenario en el que el agua del río Cuervo interpreta el acto más brillante y seductor de todo su recorrido. En la ancha chorrera formada por numerosas cascadas, el agua fluye por un ciclorama tridimensional que ella misma ha construido y sigue moldeando. La parada es obligatoria antes de llegar al manantial que brota de una cueva; el agua que de este mana desde el interior de la montaña viene cargada de sales carbonatadas disueltas en ella; en el exterior se vuelven insolubles y van formando la toba sobre la que las vistosas cascadas se deslizan.

Las sugerentes configuraciones que surgen hacen que el agua se distribuya por un ancho espacio y caiga por numerosas cascadas. Algunas de las frágiles formas por las que el río se escurre parecen una capa con capucha que en su oscuro interior protege del agua a algún misterioso y negro ser que no vemos.

Después de su vistosa exhibición, el río Cuervo discurre hacia el noreste durante unos 39 km. No será él quien haga llegar sus aguas hasta el río Tajo; aunque nace con arrogancia no es más que un afluente secundario que tiene que entregarse al Guadiela para que este sea quien se las ofrezca al Tajo.


Río Tajo

Hacia el sureste, a unos 20 km en línea recta, 33 por carretera y a 1.600 m s.n.m., hay un humilde manantial que surge de la tierra, a 170 metros más de altitud que el del río Cuervo. Es tan modesto que el agua que de él fluye parece no saber hacia dónde dirigirse. En los primeros tramos, casi marcando la divisoria de aguas atlántico-mediterránea, el río se esconde para volver a aparecer más tarde, como si tuviese vergüenza de mostrarse o dudas de que mar elegir. Pero es el Tajo desde el principio, aunque el lugar de su nacimiento no sea más que una atracción turística y no un monumento natural como el del río Cuervo.

El río en su nacimiento no llama la atención, lo que sí lo hace es el Monumento al Nacimiento del río Tajo. Se trata de un grupo escultórico con cinco figuras metálicas. En una de ellas se representa la península ibérica y el curso del río Tajo en ella. Otras tres representan a las provincias en las que se forma: un toro representa a Teruel; una estrella sobre un cáliz, a Cuenca; un caballero en su caballo, a Guadalajara. El padre Tajo está representado por la monumental escultura de un titán con una hendidura que recorre todo su cuerpo; es una alegoría del Tajo y del surco de más de 1.000 km que el río abre al atravesar la mayor parte de la península. Las barbas del titán serian el agua tras el deshielo; la hendidura que recorre la escultura de arriba a abajo (ensanchándose a medida que desciende), la tajadura que divide la península en dos.

El nacimiento del Tajo necesita un exagerado monumento artificial para atraer la atención de quienes atraviesan los Montes Universales entre Castilla la Mancha y Aragón. Lo descubrimos cuando desde Vega del Codorno nos dirigíamos a Albarracín. Poco después de Tragacete tomamos la carretera CM-2119, coronamos el puerto de El Cubillo de 1.617m y enlazamos con la A-1704. Cinco km después, a la altura de una pronunciada curva, muy cerca de la carretera y a nuestra izquierda, divisamos el desmesurado monumento, más atractivo turístico por sí mismo que por el río que allí nace.

Nuestro itinerario hizo que dejásemos atrás el Tajo, pero estar en su nacimiento provocó la idea de un futuro viaje desde su primera fuente hasta la desembocadura. Como otras veces un viaje nos sugería otro. Aún solo es una idea, pero su realización dejará pequeño el modesto objetivo de viajar para ver unas espectaculares cascadas. La surgencia del río Cuervo es arrogante y espectacular, aunque solo es el prolegómeno de un río breve, efímero. El modesto y tímido manantial del Tajo no atrae por sí mismo, sin embargo anuncia una larga travesía por regiones y paisajes diversos antes de entregarse al océano Atlántico. Allí, en Lisboa, construyeron un puente de 17 km para unir las dos orillas del estuario que se forma en su desembocadura. 

¡El del Tajo sí que es un camino de crecimiento!




Nacimiento del río Tajo






Nacimiento del río Cuervo

EL NACIMIENTO DE DOS RÍOS

  Dos surgencias. Una espectacular en su inicio, la otra un humilde hilo de agua. La primera nace con decisión y emprende con vocación oceán...