2023/12/14

Torre Fenestrelle

 


4 crónicas de una travesía de cabotaje por un paisaje sin mar. (2ª)

La ligeramente inclinada Torre Fenestrelle está lejos del mar; no es un faro, aunque nosotros hicimos que lo fuera. Convertimos la torre cilíndrica de Uzès en norte o baliza para un viaje otoñal; hicimos que fuera la linterna que señalase el puerto principal de nuestra travesía. Gard y Tarn no son océanos, son ríos que ni siquiera llegan al mar; también los transformamos para convertirlos en línea de costa durante una expedición de cabotaje en Occitania. La luz de la Torre Fenestrelle nos guió para llegar a aquella virtual línea de costa. Para volver a casa, fuimos dejando atrás la torre convertida por nosotros en faro. Iniciamos el regreso con la referencia de una costa imaginaria definida por dos ríos que corren en direcciones opuestas: seguimos el Gard hasta las montañas Cévennes; superados algunos puertos continuamos hasta Albi con el Tarn casi siempre a la vista para no perdernos.

La Torre Fenestrelle, el objetivo que motivó el viaje, es la sexta de una lista de doce torres inclinadas que hace algún tiempo nos sirvieron para diseñar el itinerario de un viaje entre Bujalance (Córdoba) y Pisa. La idea era realizarlo en transporte público y sin interrupciones. El tiempo pasaba y la seguridad de disponer de un periodo indefinido de semanas, pero necesariamente largo, no llegaba. Renunciamos, por el momento, a hacer el viaje en tren y autobús y sin regresar a casa hasta terminarlo; decidimos hacerlo por tramos aprovechando espacios de tiempo disponibles, aunque más reducidos. En enero del 2023 viajamos en autocaravana hasta Bujalance. Desde allí atravesamos la península y paramos en lugares con torres inclinadas de las provincias de Córdoba, Teruel, Zaragoza(1) y Lleida. La última torre que visitamos fue la de Santa Eugenia de Nerellá, en Bellver de Cerdanya. Con algunas paradas intermedias, volvimos a casa por el sur de los Pirineos. Ahora hemos viajado por el norte de esta cadena, también en autocaravana, para llegar a la sexta torre de aquella primitiva lista.

La víspera de llegar a Uzès habíamos visitado Nimes, pero volvimos al área de autocaravanas de Castillon du Gard para pasar la noche. Por la mañana, con el sol templando ya el ambiente, aparcamos nuestra camper en un amplio parking a la entrada meridional de Uzès. Buscamos la Torre Fenestrelle, aunque las calles y algunos rincones del pueblo ralentizaron nuestro paseo antes de llegar a las cercanías de la catedral de Saint Theodorit d’Uzès. Al pasar por una calle con el nombre de la catedral supusimos que la torre, que es el campanario de la iglesia, estaba cerca. Doblamos un recodo y la vimos aparecer tras las barandillas que sobre nosotros limitaban la explanada en la que se encuentra la catedral.

La Torre Fenestrelle no tiene ni la inclinación ni la altura de la de Pisa, tampoco es tan esbelta; no tiene las innumerables columnas que rodean a aquella en cada piso; no deambula a su alrededor una masa de turistas, aunque no éramos las únicas personas que habíamos llegado hasta allí por la torre. Mientras la contemplábamos parados, otras dos personas que llegaron a nuestra altura dijeron con júbilo, con el tono que se utilizaría tras haber encontrado un tesoro: voilà ! C'est la tour!

Ascendimos por una escalinata hasta la explanada y admiramos la torre desde todos los ángulos y distancias posibles; a su interior no se puede acceder. Adosada contra el edificio de la iglesia es lo único que queda de la primitiva construcción románica de finales del del siglo XI. La iglesia ya tuvo que ser reconstruida después de la cruzada albigense, la que la iglesia de Roma puso en marcha contra los cátaros, aquellos cristianos que buscaban la perfección a través de la meditación y el ascetismo. Siglos más tarde otras guerras de religión provocaron de nuevo la ruina del templo. La construcción actual es del siglo XVII; la fachada y portada neorrománicas son más modernas aún, del siglo XIX.

La Torre Fenestrelle “es el único campanario cilíndrico de estilo románico de Francia”. En Francia suelen tener la costumbre de darle valor a lo suyo con frases que comienzan con: el más ..., la única de …, el primer …, entre las (xx) más ... ¡Será por la grandeur! Nada de eso es necesario cuando la persona, el lugar, el monumento, la institución o lo que sea tiene su propio valor; lo que pueden hacer las comparaciones es devaluarlo por ponerlo a competir.

Si la Torre Fenestrelle recuerda a la de Pisa es porque no las vemos juntas, pero la de Uzès no necesita compararse con ninguna otra para reivindicarse; su valor está en ella misma. La torre tiene 42 m de altura distribuidos en seis pisos. El primero no tiene aberturas; tras las estrechas columnas y los arcos que soportan los siguientes niveles, los sillares cierran el cilindro del que surge el resto de la torre. En los otros cinco niveles se abren ventanas arqueadas. En el segundo piso no hay 
todavía vanos en todos los tramos limitados por columnas y arcos; las ventanas dobles abiertas en este nivel no se atreven aún a romper la mayor parte del espacio curvo que ocupan. A partir del tercero empieza a haber más luz que piedra, con más atrevimiento a medida que que el campanario crece y se hace más ligero y esbelto. En ninguno de los niveles se repite la estructura y decoración de sus arcos y ventanas.

Volveríamos a última hora de la tarde para ver la torre con otra luz. Antes descendimos al valle de Eure
 para encontrar sus fuentes(2) en la margen izquierda del río Alzon. Hoy suministran agua a Uzés; hace casi 2.000 años, los romanos desviaron su caudal hasta Nemausus, la actual Nimes, para satisfacer las necesidades de su colonia. En el valle de Eure quedan vestigios del acueducto por el que el agua tardaba unas 27 horas en recorrer los 50 km de aquella obra; antes tenía que atravesar el Pont du Gard para superar el río Gard 50 m por encima de él.

Tras recorrer el valle de Eure ascendimos a la ciudad para admirar de nuevo la Torre Fenestrelle, ahora vestida con colores dorados.

Volvimos aún una vez más. Al despertarnos por la mañana, el parking en el que habíamos dormido estaba ocupado por muchos más vehículos que la víspera. Era sábado, día de mercado. Recorrimos la ciudad por calles que la víspera no habíamos pisado y llegamos otra vez a la plaza porticada, la Plaza de las Hierbas; a excepción del espacio ocupado por su fuente central y las terrazas de los cafés, toda su superficie estaba invadida por los puestos del mercado. Estos también se extendían por las calles del pueblo. Donde no había ninguno era en la explanada de la catedral. Llegamos hasta ella para despedirnos de la Torre Fenestrelle. Nos alejamos deshaciendo el camino que la víspera nos había conducido desde el parking hasta ella.

Antes de dejar atrás Uzès buscamos un lugar desde el que poder contemplar la silueta de la ciudad y comprobar con perspectiva si la Torre Fenestrelle está realmente inclinada.



(1)En este enlace se puede leer una crónica de una de las etapas de aquel viaje:
https://60etatikharagobidaiatzea.blogspot.com/2023/03/el-reloj-de-sol-mas-grande-del-mundo.html

(2)Se trata de varios manantiales en la margen izquierda del río Alzon, afluente del río Gard o Gardon. No confundir con el río Eure (afluente del Sena) o con el departamento de Eure que atraviesa este río en Normandía.

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